jueves, marzo 05, 2009

Athletic Club de Bilbao – Sevilla F.C., semifinal de pesadilla




Una gabarra esperando a horcadas entre chapelas y zamarras hermanadas a sangre sin resquicios suspicaces, todos a una y no era Fuenteovejuna, el cura, el alcalde y el cuarto poder arengando a la infantería a una caza en terreno abierto ensalzando sus virtudes, aquellas que en un tiempo le llevaron a ser sansones de melenas leoninas, rey de copas.

Una ilusión desbordada, intención de sevillista al abordaje del destino, una declaración de intenciones desbarrando chulería y prepotencia, un desafío a la fiera, tú no te acercas, yo te cazo y ¡zas!, la mandíbula abierta, las virtudes de David se tornaron en defectos de Goliat.

Una afición que vibra la merecida victoria de los suyos en una lucha orgullosa por el objetivo fijado, sabiendo a que se enfrentaban y cuales eran sus armas, dando el todo por el todo sin dejarse nada guardado.

Otra que rumia su derrota, con una alta dosis de indignación, cabreo y vergüenza, nadie defendió su orgullo, los suyos se arrastraron por el campo sin saber por donde le venían los zarpazos y lo que es más enojante, apáticos en la búsqueda de soluciones.

Ahora vendrán a venderme que si lo importante es la Liga, del cuarto en adelante, que el dinero de la Champions, bla, bla, bla,… ayer era el día y lo dejamos escapar de la forma más deshonrosa posible, rehuyendo la pelea.

Aún así, después de ayer, más Sevilla F.C.

P.D.: Enhorabuena a los leones de San Mamés y si por alguien me alegro es por ese sevillista que se llama Joaquín Caparrós.