El
controvertido y recordado cantaor flamenco Enrique Morente y el grupo de rock
granadino Lagartija Nick, se embarcaron en este magnífico trabajo con título de
grandilocuente letra griega y suntuoso sonido, Omega. Intentaré desbrozar sus
intimidades.
Arriesgó,
como siempre, Morente con este disco, denostado por los puristas del flamenco,
aunque somos muchísimos más los que pensamos que es una auténtica obra de arte
por ingenio e interpretación; y arriesgó Morente sobre todo en los seis temas
en los que aparece la electricidad lagartijera, los más innovadores e
impresionantes.
La
mescolanza sutil que logra la voz del flamenco moderno con su particular forma
de expresar “Poeta en Nueva York” de García Lorca y las versiones inmensas que
interpreta de Leonard Cohen vocifera calidad, cada tema es un ejercicio de
búsqueda y transgresión, independiente del resto, pero ininteligibles despojados
de la unidad, consigue un conjunto que no descarrila, una uniformidad que se
nutre de su propia integridad y sorprende, por atinada, la fusión con el thrash-rock
de Lagartija Nick, el acierto trascendental del disco.
Desde
el comienzo “Omega” nos anuncia que
lo que vamos a vivir no es algo esperado y viola con estrépito la mediocridad y
el conformismo, sobre la letra apocalíptica de Lorca se rinden los quejíos
espectrales de Morente y se expanden los toques de ambiente venenoso que
consigue Lagartija Nick con el desarrollo ascendente de sus instrumentos
eléctricos abonando el campo para una imprescindible guitarra flamenca de
Miguel Ángel Cortés, el progreso musical lo pedía, y los coros de Antonio
Carbonell y el Negri, aromas de martinete y angustia opresora delatando las
intenciones.
Continúa amasándose con la primera versión que
hace Morente de Cohen “Pequeño vals
vienés”, letra de Lorca sobre música del “Take this Waltz” de Leonard,
estirpe flamenca sobre acordeones, sobresalientes, y teclados de Tomás de San
Miguel, cajón de El Bandolero, contrabajo, suprema interpretación, de Javier
Losada y percusiones de José Antonio Galicia.
Con
“Sólo del pastor bobo” Morente
intenta ser algo más fiel con el rancio flamenco de palmas, Antonio Carbonell y
el Negri (al cajón también), y guitarras, el Paquete y Juan Antonio Salazar, de
la Barbería
del Sur a las bulerías lorquianas.
“First
we take Manhattan” de Leonard Cohen, se queda aquí reducida a “Manhattan” y se engrandece en los instrumentos
de los Lagartija, buen trabajo de los ritmos y la guitarra eléctrica,
consiguiendo la atmósfera ideal para que no separes ni un segundo los sentidos
de la interpretación, la guitarra flamenca de Cañizares se hace guía y suben
las serotoninas con el dueto magistral de los Morente, Estrella y Enrique,
ideología libertaria de abrumadoras sensaciones.
La
guitarra de Vicente Amigo se incrusta al filo del éxtasis en "La aurora de Nueva York"
para que el quebradizo quejío de
Morente ilumine la opresión de este poema de Lorca bajo el mullido fondo de las
palmas de Antonio Carbonell y El Negri, definición musical de simbiosis.
Duelo
a las seis cuerdas de Tomatito y Montoyita, nunca unos diminutivos delimitaron
tan fielmente la excelencia, y el cajón de Tino di Geraldo redirigiendo este "Sacerdotes" de Cohen a la senda
del flamenco, en la vereda del ritmo las palmas de Antonio Carbonell y El Negri
se dejan llevar y Morente siente, padece la letra, brillan los coros al cierre,
Las Negri, Aurora Carbonell, Estrella Morente y el propio Morente, término y
partida.
Magnético
ritmo el que imprime Lagartija Nick y las palmas de Antonio Carbonell y El
Negri a "Niña ahogada en el
pozo" donde Morente parece quedarse sin aire por momentos, efecto
consensuado, no tarda en llegar la andanada de la guitarra eléctrica del grupo,
más enmascarada la flamenca de Cañizares, para aumentar la angustia lorquiana.
Guitarra
flamenca de Isidro Muñoz para el cante de Morente en "Adán", un dulce y necesario desahogo.
Cañizares
y Morente se deslizan por el flamenco en "Vuelta
de paseo", invasión por sorpresa de los Lagartija Nick y Morente se
transmuta sin turbar el ánimo, coros de Antonio Arias, magia en el ambiente.
De
nuevo Isidro Muñoz a la guitarra y Tino di Geraldo en la percusión de "Vals en las ramas", Morente
lorquea profundizando el surco de senderos ya transitados.
Vuelve
la visión de Morente de Leonard Cohen con "Aleluya",
intro de Vicente Amigo con la flamenca, cajón de Tino di Geraldo, se eriza el
aire al surgir los coros de Las Negri, Aurora Carbonell, Estrella Morente y
Enrique, ahora son los Lagartija Nick los que asoman tímidamente, casi de
puntillas, recogimiento en la atmósfera electrizante.
Flamenco
sedoso en "Norma y paraíso de los
negros" a cargo de la guitarra de Isidro Muñoz y la percusión de Tino
di Geraldo, los coros y palmas, como no, de Antonio Carbonell y El Negri,
Morente canta la pena, sueña el cante.
Apoteosis
final en "Ciudad sin sueño",
Lagartija Nick al mando y Morente quejumbroso, de fondo las palmas, siempre las
palmas, y los coros de Antonia Carbonell y Estrella Morente, sístole del alma
en la aceleración final, misticismo delirante.
Extenuado
y feliz, el resuello musical a punto de ebullición, contrastes esenciales,
existencia atestada y la calma inquieta. Reposa, sedimenta.