domingo, noviembre 21, 2010

La Roca del Diablo resguardo de La Caleta

Un atardecer en el horizonte, el cuerpo descansando sobre el pretil de piedra ostionera del Baluarte de Bonete, defensa ante agresiones marítimas de cuando el comercio de Indias emigró de Sevilla a la Tacita, ahora mirador del mar abierto, donde acaba Cádiz.



"Baluarte de Bonete"
© 2007 - Universidad de Cádiz AUI - Aula Universitaria Iberoamericana


Su historia comienza un poquito más a la izquierda, en La Caleta, ese puerto natural donde los Fenicios arrebataron a Hércules la leyenda de su fundación y le impusieron su nominación de bautismo, Gádir dicen que fue. En La Caleta, playa viñera y de "titis" se inició el comercio fluvial de la península, decía que puerto natural, defendida de los avatares marinos, tanto naturales como humanos, por una serie de rocas y espolones a diestra y siniestra.



"Playa de La Caleta"
©2010 Google - Imágenes ©2010 DigitalGlobe, Cnes/Spot Images, Instituto de Cartografía de Andalucía, GeoEye


Cada roca y piedra tiene apellido propio y oculto, sólo los que desde pequeño mariscan en ellas saben el de cada una y llevan su saber con orgullo, un mucho de halo misterioso, ensoñando es fácil imaginar más de una historia de pícaro gaditano, de lamparones y jirones, guardando entre sus grutillas, al amparo de noches cerradas y mareas bajas, los tesoros escondidos en las escarcelas incautas presas de sus andanzas.

Las olas que bañan las rocas en sus idas y venidas, dejan asomarse los pequeños promontorios milenarios que surgen desde el fondo marino; desde mi atalaya, soslayando hacia la derecha, las más cercanas al Baluarte, aparecen las últimas de estas piedras, como garras que te quieren atrapar y llevarte hacia sus adentros, infierno dantiano, y que los pescadores centenarios bautizaron como las Puntas del Diablo.



"Puntas del Diablo"
© Benito Ruiz Peinado publicada en www.castillosnet.org


Allí mismo, quizás un día a la misma hora, entablaban una charla musical dos gaditanos, Chano Domínguez y José Vélez, para dar forma al tema instrumental que cerró el segundo álbum de CAI, "La Roca del Diablo", entre teclas y guitarras simulaban el ir y venir de agua contra roca, su fluir entre las grietas y el batir, con estruendo de batería y bajo, sobre ellas arrancando infinitésimas fracciones de piedra, al fondo, las campanas de la Catedral de Santa Cruz cerraban sus toques con el de Ánimas recordando a todos aquellos que viajaron al submundo, ocultándose al amparo de Luna Nueva, huyendo de la Luna Llena.




Escucha ahora el tema y dime si no te hace volar la imaginación, la mía aún deambula creando historias, quizás alguna sea cierta...