lunes, septiembre 10, 2012

Qemal Stafa y la mujer del César

Hay asuntos que parecen sacados de una historieta de mis entrañables Mortadelo y Filemón de F. Ibáñez, con su Profesor Bacterio, el Súper y hasta Ofelia, con cameos del Botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio, algún que otro Rompetechos y personajes de 13 Rue del Percebe.


Hoy saca el diario El Mundo la historia del fichaje del jugador de origen albano-kosovar del Sevilla At. Alban Bunjaku, a prueba en marzo, descartado por el cuerpo técnico y contratado en junio, intermediaciones, comisiones y empresa con currículum de cuchufleta. Ayer, el Sevilla F.C. juega un amistoso en Albania contra un equipo de ese país entrenado por el técnico Julián Rubio, reconocido sevillista, sin interés alguno ni aquí ni allí, habiendo más personas en los banquillos que en la propia grada, ¿rentabilidad del mismo? No sé para quién, pero el nombre del estadio ya da que pensar “Qemal Stafa”.

A todo esto el club sigue dirigido por un condenado en primera instancia a siete años y medio de cárcel por los delitos continuados de fraude, malversación de fondos públicos y prevaricación, sentencia que se encuentra recurrida, alardeando de la multitud de Fondos Propios y la evidencia de las arcas vacías, enfrascado en una guerra con una parte de la afición con trasfondo nada claro, una plantilla devaluada tanto en calidad como en valor y determinados departamentos de costes elevados con nulos beneficios, al menos para el Sevilla F.C.

Lo de la mujer del César, no basta con serlo sino parecerlo y serlo no sé si será, pero parecer se parece mucho, vamos que el tufillo empieza ya a desinhibir la pituitaria de tanto hedor, pero nada, aquí seguiremos cruzados de brazos, esperando a que al genio del marketing sevillista, después del viajecito por tierras albanesas, se le encienda la bombillita de cambiar el nombre del estadio para obtener ingresos de la Agencia para el desarrollo del Turismo de la República Democrática del Congo, rebautizando la Bombonera nervionense con el nombre de “Qemal Uele”.

Ni Ibáñez sería capaz de entrelazar una historieta como esta y es que, a veces, la realidad es mucho más enrevesada que la ficción.