martes, junio 03, 2008

El Jimi Hendrix de Triana

Así se presenta, en la Plaza San Francisco sevillana, Gualberto en el IV Encuentro de Nuevas Músicas, cuando en Sevilla se escudriñaba al mundo a través de la Expo´92, y así lo rebautiza Luis Clemente en su libro "Historia del Rock Sevillano"; nunca he visto una definición más apropiada de un artista.

Sí, de Triana, porque ahí nace Gualberto, García Pérez por más señas, como persona y como músico, de Triana al Universo con “quejío”, entre soleares, bulerías y seguiriyas de guitarras eléctricas y cantes de sitar, el instrumento al que consagra la parte más importante de su carrera plena de música experimental, mezcolanza hindú con sabor trianero. ¡Se necesita arte!

Sus inicios, de beatlenianas sonoridades (The Preysleterian, los Excéntricos, los Sorrentos, los Murciélagos…), dan paso a la música progresiva de Smash, tras su efímero paso por Nuevos Tiempos, tocaba a su fin el año 1.968, pero este es otro capítulo. Entre grabaciones y actuaciones, viajes a Estados Unidos donde trabaja como músico de estudio y aprende a leer y escribir música, de forma elemental al principio. De vuelta, le ofrecen grabar en Barcelona donde moldea un L.P. en solitario, tocando todos los instrumentos en composiciones improvisadas, que a pesar de registrase en 1.970 no se publica hasta 1.978 en el recopilatorio “Nacimiento del Rock en Andalucía”, con él se lleva a los estudios a Gong y a Nuevos Tiempos.

Vuelve con Smash y tras su disolución definitiva, nuevo viaje a Estados Unidos, allí compone casi todas las canciones de su segundo trabajo, “A la Vida, al Dolor”, que no graba hasta su vuelta en 1.975; con él llegan dos músicos estadounidenses: Todd Purcell, cantante, guitarrista y trompetista, y Arthur Wohl, violinista, la batería corre a cargo del malogrado Willie Rodríguez de Trujillo y Antonio Díaz toca el bajo; de invitados Carlos Cárcamo y la voz de Enrique Morente. En 1.976, su música desemboca en sinfónica, en el álbum “Vericuetos”, escribe clásica para grupo de rock, entre sones andaluces y flamencos, continúan Wohl y Antonio Díaz, pasando la batería a Tico Balanza e introduciendo los teclados de Marcos Mantero.

Tras escuchas flamencas y clásicas, sin electricidades de por medio, graba “Otros Días” con cuarteto de cuerda, música de cámara. En 1.979 hay un nuevo renacimiento de Smash, sólo con Antoñito y Julio, hasta que la desgraciada muerte de éste le devuelve al flamenco. Así graba con Ricardo Miño “Puente Mágico”, con cantes de sitar, guitarra eléctrica y sintetizadores, tablas de J.A. Galicia y palillos de Pepa Montes, en preparada conjunción. Y otro con Agujetas más espontáneo, sin ensayos ni segundas tomas, donde el cantaor presta su voz a la guitarra flamenca y al sitar que sólo acompaña en melodías orientales, los palos siguen siendo puros, flamencos, es el sitar el que otorga aire nuevo a los cantes, sin estridencias.

Se ensarta en composiciones para conciertos de cámara y sinfonías, dirige orquestas y firma arreglos en trabajos de otros artistas, así como para discos de sevillanas, produce a otros tantos, dirige al coro de la Hermandad de Triana y hasta dirige la orquesta del festival de la O.T.I. al que se presenta José Manuel Soto; sucumbe a la profesionalidad y no firma trabajos propios, hasta que, como homenaje a Arthur Wohl, fallecido en accidente de tráfico en 1.989, compone el tema “Acantilado”, que se plasma, tras diversos avatares, dentro de su L.P. “Sin Comentario”, grabado en sus estudios de Gelves en 1.993 y publicado en 1.996, donde se hace un profundo recorrido de su maestría con la guitarra eléctrica, acompañándose en sonidos pregrabados sobre sitar, teclados y ritmos. Mereció la pena esperar tanto.

Su último trabajo hasta el momento, lo ha vuelto a grabar con Ricardo Miño, “Contraste” se llama. Flamenco amarrado de pura esencia; diálogos del sitar, al cante, con la guitarra.

Amalgama de ambrosía musical para paladares refinados en los trabajos de este trianero tocado por la magia de las cuerdas de telúrico contoneo.