Dicen que en Pasarón, meigas aparte, que haberlas haylas, desde hace 33 años, se ve una sombra, camiseta blanca, pantalón blanco y medias blancas con vuelta roja, que vaga por el centro del campo con un balón, buscando un compañero al que pasárselo y que así seguirá hasta que lo encuentre.
Dicen que no late su corazón, que se le partió en dos, y su lugar lo ocupa un escudo, aquel que defendía cuando cayó a plomo el cuerpo que lo hacía vivir.
Dicen que, desde ayer, la sombra está impaciente, que otros compañeros, nietos de los suyos, acudirán a su encuentro para que acabe aquel partido que nunca termina, para que los apoye con paredes y balones al hueco, con su experiencia y sevillismo.
Dicen que en Pontevedra temen a las meigas, porque haberlas haylas, que por ello están nerviosos, porque el Sevilla At. jugará con doce, once en el campo y, en espíritu, con el diez, D. Pedro Berruezo.
Martes, treinta de mayo de dos mil seis.
Dicen que no late su corazón, que se le partió en dos, y su lugar lo ocupa un escudo, aquel que defendía cuando cayó a plomo el cuerpo que lo hacía vivir.
Dicen que, desde ayer, la sombra está impaciente, que otros compañeros, nietos de los suyos, acudirán a su encuentro para que acabe aquel partido que nunca termina, para que los apoye con paredes y balones al hueco, con su experiencia y sevillismo.
Dicen que en Pontevedra temen a las meigas, porque haberlas haylas, que por ello están nerviosos, porque el Sevilla At. jugará con doce, once en el campo y, en espíritu, con el diez, D. Pedro Berruezo.
Martes, treinta de mayo de dos mil seis.
0 OPINIONES VARIADAS:
Publicar un comentario