O al menos quiero pensarlo. Últimamente han ocurrido dos hechos que me hacen esbozar un sentimiento de esperanza y una intuición de que no todo está perdido irremediablemente, si queréis anecdóticos, cuasi caricaturescos.
Desde siempre en este blog, no he pedido nada más al Consejo que acciones encaminadas a un trato decente a la afición y una apuesta sin tapujos por la ambición deportiva y que, como el mismo presidente dijo, cuando el Sevilla F.C. pierda se fomente una crisis en todos los estamentos del club, una exigencia sin límites a luchar cada partido, en todos sus minutos y por cada balón y si esa derrota llega, podamos sentirnos orgullosos de haber al menos enfrentado la batalla.
El domingo, ante el Real Madrid, se perdió no solo un partido, sino la oportunidad de volver a ver aquel Sevilla F.C. aguerrido, que avasallaba al rival al menor titubeo, el equipo merengue estaba grogui de ideas y cuando se quedó con diez habría que haber ido definitivamente a por el partido, sin darle la ventaja de un respiro restituyente. Un cambio ofensivo y refrescante en ese momento creo que hubiera sido suficiente, pero no, desde el banquillo sevillista se optó por el pasito atrás, un empate se consideró suficiente, mientras que en el contrario la materia gris empezó a funcionar y ahí se diluyeron las esperanzas de conseguir dejar k.o. al inquilino de Chamartín. Los cambios cuando ya estábamos detrás en el marcador, solo hicieron confirmar la escasa lucidez de Gregorio Manzano para resolver positivamente la situación, tarde y mal.
Pero a lo que iba. Las declaraciones post partido del Presidente “el partido no lo ha ganado el Madrid, lo hemos perdido nosotros” hacía tiempo que no lo escuchaba, una crítica velada hacia el banquillo y los jugadores, distinta del todo va bien, nada hay que cambiar, a la que últimamente nos tenía acostumbrado y que a mí particularmente me desesperaba. Esperemos que el Del Nido ambicioso le haya visto definitivamente las orejas al lobo y este mínimo cambio de actitud no sea más que la punta de iceberg de lo que está bullendo en su cabeza. Sé que es poco, muy poco, pero ojalá sea un apunte.
El otro síntoma de cambio lo dio ayer el inefable Manuel Vizcaíno, a este personaje no le conozco una buena acción a favor de los aficionados y accionistas del Sevilla F.C., es más, a favor de la Entidad en su conjunto, pero ayer nos sorprendió con la iniciativa del número del sorteo de Navidad comprado por la entidad sevillista y donde si resulta agraciado con el Primer Premio de dicho sorteo, todos los abonados de este año tendremos gratis el abono del año que viene. Una iniciativa a la que se puede sacar punta negativa desde muchos aspectos, el más grave de todos el utilizar fondos del Club para jugar a la Lotería, aunque el beneficiario sea él mismo, el Sevilla F.C. me refiero, pero que yo me quedo con la parte positiva, la de que por fin desde su despacho se ha mirado al abonado para algo diferente que no sea pedir esfuerzo monetario o lanzar improperios insultantes.
Con que poquito me conformo, sólo un atisbo humorístico de que algo se está moviendo, espero que no sea el espíritu navideño, ni por su parte ni por la mía.
Desde siempre en este blog, no he pedido nada más al Consejo que acciones encaminadas a un trato decente a la afición y una apuesta sin tapujos por la ambición deportiva y que, como el mismo presidente dijo, cuando el Sevilla F.C. pierda se fomente una crisis en todos los estamentos del club, una exigencia sin límites a luchar cada partido, en todos sus minutos y por cada balón y si esa derrota llega, podamos sentirnos orgullosos de haber al menos enfrentado la batalla.
El domingo, ante el Real Madrid, se perdió no solo un partido, sino la oportunidad de volver a ver aquel Sevilla F.C. aguerrido, que avasallaba al rival al menor titubeo, el equipo merengue estaba grogui de ideas y cuando se quedó con diez habría que haber ido definitivamente a por el partido, sin darle la ventaja de un respiro restituyente. Un cambio ofensivo y refrescante en ese momento creo que hubiera sido suficiente, pero no, desde el banquillo sevillista se optó por el pasito atrás, un empate se consideró suficiente, mientras que en el contrario la materia gris empezó a funcionar y ahí se diluyeron las esperanzas de conseguir dejar k.o. al inquilino de Chamartín. Los cambios cuando ya estábamos detrás en el marcador, solo hicieron confirmar la escasa lucidez de Gregorio Manzano para resolver positivamente la situación, tarde y mal.
Pero a lo que iba. Las declaraciones post partido del Presidente “el partido no lo ha ganado el Madrid, lo hemos perdido nosotros” hacía tiempo que no lo escuchaba, una crítica velada hacia el banquillo y los jugadores, distinta del todo va bien, nada hay que cambiar, a la que últimamente nos tenía acostumbrado y que a mí particularmente me desesperaba. Esperemos que el Del Nido ambicioso le haya visto definitivamente las orejas al lobo y este mínimo cambio de actitud no sea más que la punta de iceberg de lo que está bullendo en su cabeza. Sé que es poco, muy poco, pero ojalá sea un apunte.
El otro síntoma de cambio lo dio ayer el inefable Manuel Vizcaíno, a este personaje no le conozco una buena acción a favor de los aficionados y accionistas del Sevilla F.C., es más, a favor de la Entidad en su conjunto, pero ayer nos sorprendió con la iniciativa del número del sorteo de Navidad comprado por la entidad sevillista y donde si resulta agraciado con el Primer Premio de dicho sorteo, todos los abonados de este año tendremos gratis el abono del año que viene. Una iniciativa a la que se puede sacar punta negativa desde muchos aspectos, el más grave de todos el utilizar fondos del Club para jugar a la Lotería, aunque el beneficiario sea él mismo, el Sevilla F.C. me refiero, pero que yo me quedo con la parte positiva, la de que por fin desde su despacho se ha mirado al abonado para algo diferente que no sea pedir esfuerzo monetario o lanzar improperios insultantes.
Con que poquito me conformo, sólo un atisbo humorístico de que algo se está moviendo, espero que no sea el espíritu navideño, ni por su parte ni por la mía.
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