Hay historias que te embaucan, quizás no tengan la menor trascendencia pero investigas y empiezas a inmiscuirte en vidas ajenas, vidas que dejaron en su momento rastro de sus vivencias y tirando del hilo vas a dar con otras que nada tienen que ver con las primeras, sólo los mismos orígenes, separados por siglos, pero el mismo sentimiento de nostalgia y amor por una tierra, cambian los motivos, cambian las circunstancias, pero se mantiene eso que llamamos morriña, una mezcla de dolor y esperanza por la tierra natal.
El Jovo es el nombre de una calle de Sevilla, justo en el interior de la Casa de la Moneda donde actualmente radica la Oficina Municipal de Empadronamiento. Pero cuál es el origen de tan singular nombre. Para ello tendremos que remontarnos al siglo XIX.
La Real Casa de la Moneda, que desde su construcción había venido desempeñando su función de acuñación de monedas, queda sin uso en 1.868 con el nacimiento de la peseta como base monetaria, y el edificio es subastado en lotes para uso residencial, siendo sus adjudicatarios D. Ildefonso Lavín, D. Inocencio Ochoa y D. José Marañón; este último propietario había hecho fortuna en Cuba y se estableció en Sevilla. La familia Marañón y Lavín emparentaron con el matrimonio de D. Manuel Marañón y Martínez, hijo de D. José, con Dª. María de los Ángeles Lavín y López Gavilán, hija de D. Ildefonso. En 1.875, se rotulan las calles del interior de la Casa de la Moneda con nombres referentes a las propiedades cubanas de la familia Marañón, que son las que actualmente figuran en el nomenclator sevillano, a saber Habana, Güines, Matienzo, El Jovo y San Nicolás. En 1.878 y por fallecimiento de Dª. Mª. de los Ángeles, la propiedad pasa a ser exclusiva de D. Manuel Marañón y, posteriormente, del hijo de ambos D. Ildefonso Marañón y Lavín, insigne sevillano, promotor a su vez del vecino Edificio Coliseo España.
Paro aún así, sabiendo que Habana, Güines, San Nicolás... son ciudades de Cuba, El Jovo no aparecía por ningún lado, ni rastro, al menos como "Jovo", pero en el otro rótulo de la calle el nombre es "El Jobo" y ahí sí, la búsqueda tenía un hilo sugerente.
El Jobo es un árbol, especie de ciruelo, que se da en numerosos lugares de América Latina y, centrándonos en Cuba, existen numerosas explotaciones de caña de azúcar que tienen esa denominación, posiblemente porque en un principio fueron extensiones de ese árbol, al estilo de nuestras Alamedas aunque ya no existan álamos, y es de esta forma como contacto casualmente con unas personas maravillosas de otra ciudad cubana, de nombre San Germán, donde existe uno de esos "El Jobo". Con ellos estoy disfrutando del amor por su tierra, de sus costumbres, de sus ganas de vivir, siempre con Cuba en el horizonte, ya que emigraron a los Estados Unidos y allí viven, pero a diario tienen un recuerdo para su gente y una alegría vital comparable a la que tenemos por esta tierra andaluza, equiparable a la que trajeron aquellos indianos que bautizaron las calles por donde cada día paseaban con los nombres de los lugares de sus añoranzas; tal vez un día Yanisel y Lucía aterricen con su escoba voladora a las puertas del arco de "El Jovo" sevillano; tal vez Rafael recordará que en Sevilla hay un amigo que nunca olvidará que su abuelo fue mayoral de aquel Jobo de San Germán, quizás gemelo de este "El Jovo" sevillano; tal vez mi tocayo Manny de camino a la preciosa casa de Marlen en Costa Rica, seguirá escuchando este Rock Andaluz que me apasiona, inspirándole poesías caribeñas; tal vez mi amigo Pablo verá la luz "Después de la Tormenta" cuando el rico hacendado, dueño del Central Azucarero de San Nicolás, escuche de su mayoral que no puede atender los asuntos de la hacienda porque su mujer se puso de parto y ha de buscar a una comadrona que vive en ¡El Jobo!... casualidades, tal vez.
Pero ¿por qué dedicaría una canción un grupo de rock andaluz a una calle escondida?. Aquí mi teoría.
Cerca de esa calle existía hasta hace poco una bodeguita llamada como el edificio, "Bar La Moneda", lugar de encuentro sevillano para tomar unas cervezas, bien al mediodía, bien ya entrada la noche, siempre en la calle, como gusta por estos lares; posiblemente, como algunos hemos hecho más de una vez, botellín en mano, la reunión se trasladaba al interior del patio de la Casa de la Moneda y si se quería algo más de intimidad, un poco más hacia el fondo se podía uno sentar al abrigo del soportal del arco de "El Jovo" y hablar o gustar de lo prohibido y clandestino, de lo propio y de lo ajeno, de fábulas e historias de lo que parece ser o lo que nos gustaría que fuera, de miedos y derrotas, de euforias y victorias. Otros pasaban y pasarán a diario por sus adoquines, sacarán del bolsillo las llaves de la puerta de su morada y, ya tumbados en su cama, escucharán de fondo el murmullo de conversaciones más o menos lúcidas de los que, botellín en mano, deambulan con la imaginación y sus andanzas.
Esta es la historia de "El Jovo" ¿o tendría que haberse titulado "El Jobo"?, un tema compuesto por Paco Urizal y Valentín Ponce y de dónde les llegó la inspiración quedará, como muchas otras, oculto para nosotros, desgraciadamente Paco Urizal falleció y, aunque lo he intentado de forma casi impulsiva, me ha sido imposible contactar con Valentín Ponce; el único miembro de Cuarto Menguante, el grupo del que formaban parte y que la grabó en su L.P. "Rompehielos", con el que he podido mantener una mínima conversación ha sido con Pedro Menchén "Pilo" pero no sabía el por qué del tema, yo tampoco, ¿sitio de charlas, bebidas y humos?, ¿lugar de morada?, lo que sí es cierto es que un rinconcito de Cuba pervivirá por siempre a los sones de este instrumental.
El Jovo es el nombre de una calle de Sevilla, justo en el interior de la Casa de la Moneda donde actualmente radica la Oficina Municipal de Empadronamiento. Pero cuál es el origen de tan singular nombre. Para ello tendremos que remontarnos al siglo XIX.
La Real Casa de la Moneda, que desde su construcción había venido desempeñando su función de acuñación de monedas, queda sin uso en 1.868 con el nacimiento de la peseta como base monetaria, y el edificio es subastado en lotes para uso residencial, siendo sus adjudicatarios D. Ildefonso Lavín, D. Inocencio Ochoa y D. José Marañón; este último propietario había hecho fortuna en Cuba y se estableció en Sevilla. La familia Marañón y Lavín emparentaron con el matrimonio de D. Manuel Marañón y Martínez, hijo de D. José, con Dª. María de los Ángeles Lavín y López Gavilán, hija de D. Ildefonso. En 1.875, se rotulan las calles del interior de la Casa de la Moneda con nombres referentes a las propiedades cubanas de la familia Marañón, que son las que actualmente figuran en el nomenclator sevillano, a saber Habana, Güines, Matienzo, El Jovo y San Nicolás. En 1.878 y por fallecimiento de Dª. Mª. de los Ángeles, la propiedad pasa a ser exclusiva de D. Manuel Marañón y, posteriormente, del hijo de ambos D. Ildefonso Marañón y Lavín, insigne sevillano, promotor a su vez del vecino Edificio Coliseo España.
Paro aún así, sabiendo que Habana, Güines, San Nicolás... son ciudades de Cuba, El Jovo no aparecía por ningún lado, ni rastro, al menos como "Jovo", pero en el otro rótulo de la calle el nombre es "El Jobo" y ahí sí, la búsqueda tenía un hilo sugerente.
El Jobo es un árbol, especie de ciruelo, que se da en numerosos lugares de América Latina y, centrándonos en Cuba, existen numerosas explotaciones de caña de azúcar que tienen esa denominación, posiblemente porque en un principio fueron extensiones de ese árbol, al estilo de nuestras Alamedas aunque ya no existan álamos, y es de esta forma como contacto casualmente con unas personas maravillosas de otra ciudad cubana, de nombre San Germán, donde existe uno de esos "El Jobo". Con ellos estoy disfrutando del amor por su tierra, de sus costumbres, de sus ganas de vivir, siempre con Cuba en el horizonte, ya que emigraron a los Estados Unidos y allí viven, pero a diario tienen un recuerdo para su gente y una alegría vital comparable a la que tenemos por esta tierra andaluza, equiparable a la que trajeron aquellos indianos que bautizaron las calles por donde cada día paseaban con los nombres de los lugares de sus añoranzas; tal vez un día Yanisel y Lucía aterricen con su escoba voladora a las puertas del arco de "El Jovo" sevillano; tal vez Rafael recordará que en Sevilla hay un amigo que nunca olvidará que su abuelo fue mayoral de aquel Jobo de San Germán, quizás gemelo de este "El Jovo" sevillano; tal vez mi tocayo Manny de camino a la preciosa casa de Marlen en Costa Rica, seguirá escuchando este Rock Andaluz que me apasiona, inspirándole poesías caribeñas; tal vez mi amigo Pablo verá la luz "Después de la Tormenta" cuando el rico hacendado, dueño del Central Azucarero de San Nicolás, escuche de su mayoral que no puede atender los asuntos de la hacienda porque su mujer se puso de parto y ha de buscar a una comadrona que vive en ¡El Jobo!... casualidades, tal vez.
Pero ¿por qué dedicaría una canción un grupo de rock andaluz a una calle escondida?. Aquí mi teoría.
Cerca de esa calle existía hasta hace poco una bodeguita llamada como el edificio, "Bar La Moneda", lugar de encuentro sevillano para tomar unas cervezas, bien al mediodía, bien ya entrada la noche, siempre en la calle, como gusta por estos lares; posiblemente, como algunos hemos hecho más de una vez, botellín en mano, la reunión se trasladaba al interior del patio de la Casa de la Moneda y si se quería algo más de intimidad, un poco más hacia el fondo se podía uno sentar al abrigo del soportal del arco de "El Jovo" y hablar o gustar de lo prohibido y clandestino, de lo propio y de lo ajeno, de fábulas e historias de lo que parece ser o lo que nos gustaría que fuera, de miedos y derrotas, de euforias y victorias. Otros pasaban y pasarán a diario por sus adoquines, sacarán del bolsillo las llaves de la puerta de su morada y, ya tumbados en su cama, escucharán de fondo el murmullo de conversaciones más o menos lúcidas de los que, botellín en mano, deambulan con la imaginación y sus andanzas.
Esta es la historia de "El Jovo" ¿o tendría que haberse titulado "El Jobo"?, un tema compuesto por Paco Urizal y Valentín Ponce y de dónde les llegó la inspiración quedará, como muchas otras, oculto para nosotros, desgraciadamente Paco Urizal falleció y, aunque lo he intentado de forma casi impulsiva, me ha sido imposible contactar con Valentín Ponce; el único miembro de Cuarto Menguante, el grupo del que formaban parte y que la grabó en su L.P. "Rompehielos", con el que he podido mantener una mínima conversación ha sido con Pedro Menchén "Pilo" pero no sabía el por qué del tema, yo tampoco, ¿sitio de charlas, bebidas y humos?, ¿lugar de morada?, lo que sí es cierto es que un rinconcito de Cuba pervivirá por siempre a los sones de este instrumental.
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